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jueves, 5 de septiembre de 2013

Té verde y EGCG : Potente antioxidante

Combate el sobrepeso


Activa la termogénesis



El árbol del té (Camellia sinensis (L.) O. Kuntze, Theaceae (= Thea sinensis
L.; = C. thea Link.), originario de los bosques lluviosos de la India y
del este de China, es ampliamente cultivado en Ceylan (Sri Lanka), India,
China, distintos países del Sudeste Asiático y en el este de la zona tropical
de África. En estado espontáneo, se trata de un árbol de 5 - 10 metros de
altura. Cuando se somete a cultivo, las prácticas de poda que se realizan
sobre él hacen que su altura no sobrepase los 150 cm de altura, con lo cual
se facilita la recolección de las hojas, al tiempo que se favorece su crecimiento
en anchura. Es una especie de hoja perenne, con flores blancas cuyos
sépalos están ligeramente soldados en la base. El fruto es una pequeña
cápsula redondeada. La hoja del té presenta un peciolo corto y un limbo
oval, acuminado y dentado en las tres cuartas partes superiores. Los dien-
tes de la hoja de té presentan una especie de almohadilla con un pequeño
punto negro incurvado en forma de gancho.
Existen numerosas clases de tés comerciales, en función de las variedades
botánicas, la edad de las hojas, edad de los tratamientos, el origen
geográfico, etc. Desde el punto de vista comercial en España se distinguen
los siguientes tés:
Té verde, estabilizado por calor seco o mediante vapor, liado, secado
rápidamente.
Té negro, marchitado durante un día, liado, fermentado en atmósfera
húmeda y secado a continuación con aire caliente.
Té oolong (te rojo), sometido tan solo a una fermentación parcial.
Té blanco, elaborado con los brotes jóvenes y únicamente sometido
a desecación.




Hay que tener en cuenta que la fermentación a la que se someten el
té negro y, en parte, el té oolong modifica parcialmente su composición,
su olor y sabor así como su aspecto, debido a la actuación de las polifenoloxidasas,
si bien el contenido en cafeína no sufre alteración.
Las hojas de té desecadas, no fermentadas (té verde), son conocidas
en algunas ocasiones como «camilina». Se trata de una de las especies
medicinales más conocidas por los españoles después de la valeriana y la

En cuanto a su composición química, contienen distintos tipos de
componentes tales como proteínas, aminoácidos, azúcares, ácido ascórbico
y vitaminas de grupo B y heterósidos de alcoholes terpénicos, responsables
en gran medida de aroma de la infusión; los principios activos
mas importantes pertenecen al grupo de las bases xánticas y de los polifenoles.
La base xántica predominante en las hojas de té es la cafeína, cuyo
contenido se encuentra entre un 2-4%, según las distintas variedades. En
cuanto a los compuestos fenólicos, su presencia en la hoja de té puede alcanzar
hasta el 20%, aunque su contenido depende, al igual que en el
caso de la cafeína, de la variedad, edad de las hojas, siendo más abundantes
en las más jóvenes, y la estación del año en que hayan sido recolectadas.
El grupo de los polifenoles del té está constituido por ácidos fe-
noles (ácidos clorogénico y cafeico), taninos gálicos, flavonoides, proantocianidoles
y, como componentes polifenólicos predominantes, derivados
flavánicos tales como galato de epigalocatecol (epigalocatequina 3-galato
[EGCG]), la mas abundante; (-)-epigalocatequina (EGC); (-)-epicatequina
3-galato (ECG); (-)-epicatequina (EC); (+)-galocatequina y (+)-catequina.
Ahora bien, el proceso de fermentación a que se someten el té negro y el
oolong origina la oxidación de los polifenoles, dando lugar a compuestos
derivados de las benzotropolonas que prestan a la infusión una coloración
marrón rojiza.





FARMACOLOGÍA

Las propiedades medicinales que se han atribuido al té desde antiguo
justifican el hecho de que en los países asiáticos fuera utilizado antes como
medicamento que como bebida.
En medicina tradicional se ha utilizado como estimulante,
para mejorar la fluidez de la sangre, facilitar la excreción urinaria
y como detoxificante.
El efecto diurético, así como el estimulante sobre el sistema nervioso
central, debidos a su contenido en cafeína, son perfectamente conocidos
y contrastados, si bien en el momento actual son los compuestos polifenólicos
presentes en el té los que despiertan mayores expectativas dentro
del ámbito terapéutico, debido sobre todo a su importante capacidad antioxidante
y captadora de radicales libres , demostrada mediante ensayos
farmacológicos in vitro e in vivo y por medio de ensayos clínicos. Por
ejemplo se ha comprobado que la administración de una infusión de 2 g
de hojas pulverizadas en 200 mL de agua protege de la oxidación generada
por el ejercicio físico en voluntarios sanos .
Por otra parte, los flavanoles del té verde poseen actividad antimutagénica,
bien oponiéndose a la formación de mutágenos tales como la nitrosamina,
bien impidiendo la expresión de la mutagenicidad, tal como
ocurre en el caso de los hidrocarburos policíclicos aromáticos. Distintos ensayos
realizados sobre animales de experimentación permiten concluir que
infusiones de té verde así como el galato de epigalocatecol, impiden la
cancerización experimental de distintos órganos . Esto podría estar en relación
con el hecho de que EGCG inhibe a la urokinasa, enzima implicada
en la proliferación y la difusión tumoral. A ello hay que añadir la capacidad
del té demostrada en estudios in vitro, de modular la actividad de los enzimas
implicados en la metabolización hepática, hecho cuya importancia
reside en que el balance entre estos enzimas puede ser determinante en
cuanto a riesgo de desarrollo de procesos neoplásicos inducidos por agentes
químicos.
Al contrario de lo que ocurre en la investigación con animales, los
meta-análisis publicados en fechas recientes únicamente han podido confirmar
que el consumo habitual de infusiones de té disminuye ligeramente
el riesgo de padecer cáncer colorectal.
En cuanto a la eficacia de Camellia sinensis sobre el perfil lipídico, existen
numerosas investigaciones realizadas en animales y en el hombre. En
la mayoría de los realizados en animales se constata la eficacia de esta
planta medicinal para reducir colesterolemia, trigliceridemia y el cociente
LDL/HDL.
La disminución de estos parámetros conduce a pensar que el consumo
habitual de té verde, o de preparados elaborados a partir del mismo, llevaría
a un descenso del riesgo de aterosclerosis y de las enfermedades cardiovasculares
relacionadas con la misma. Los ensayos clínicos realizados
en el hombre han demostrado que los preparados de té verde son capaces
de reducir la oxidación de LDL-colesterol y por ello de prevenir la enfermedad
coronaria. Son muy numerosas las investigaciones realizadas recientemente con
objeto de verificar su eficacia en la prevención y tratamiento del sobrepeso
y obesidad.
El té verde y sus componentes mayoritarios de tipo fenólico, principalmente
EGCG han demostrado en cultivos celulares y modelos de obesidad
en animales que reducen la proliferación y diferenciación de adipocitos y
los niveles plasmáticos de triglicéridos, ácidos grasos libres, colesterol, glucosa,
insulina y leptina, todo lo cual contribuye a la reducción del peso por
disminución de la masa grasa.
Entre los mecanismos de acción propuestos se encuentra la actividad
inhibitoria sobre algunas kinasas reguladoras del ciclo celular de los adipocitos
y/o factores de transcripción implicados en la diferenciación celular.
Asimismo actúan inhibiendo la actividad y expresión de diversas enzimas
implicadas en el proceso de lipogénesis como son la acetil-CoA
carboxilasa (ACC), sintasa de ácidos grasos (FAS), etc.. En estudios
recientes se ha propuesto la existencia de un receptor específico a
EGCG con distintas isoformas, localizadas en diferentes células .
A todo lo anterior se añade el efecto que sobre los procesos de lipolisis
y termo-génesis presenta el té verde. Con respecto a la lipolisis, en ensayos
in vitro realizados con un extracto de té verde, con un contenido en
catequinas del 25 %, se ha demostrado la capacidad del mismo, en condiciones
similares a las fisiológicas de inhibir drásticamente la lipasa gástrica
y, en menor proporción, la lipasa pancreática, de tal forma que la lipolisis
de los triglicéridos de cadena larga se reduce en un 37% en
presencia del extracto de té verde rico en catequinas. Igualmente se ha
puesto de manifiesto mediante ensayos in vitro, que los extractos de té
verde ricos en catequinas interfieren en el proceso de emulsificación de las
grasas que se ha de producir en el digestivo como paso previo a la actuación
de las lipasas. Estos resultados son indicativos de que los extractos de
té verde con un alto contenido en catequinas inhiben parcialmente la lipolisis
de las grasas imprescindible para la absorción intestinal de las mismas,
mediante un doble mecanismo en el que se aúna la inhibición de las
lipasas, fundamentalmente de la gástrica, con la alteración del proceso de
emulsificación, previo a la actuación de las lipasas. Teniendo
en cuenta que se ha demostrado que otros taninos condensados son capaces
de inhibir enzimas pertenecientes a distintas categorías (proteasas,
alfa-amilasas, lipasa pancreática, etc.) cabe pensar que el efecto inhibitorio
del té verde sobre las lipasas gástricas y pancreática puede ser debida al alto contenido del
mismo en catequinas y, sobre todo en EGCG. Entre
las ventajas del empleo de preparados de té frente a otro tipo de fármacos
con similares mecanismos de acción figura que la administración de los
extractos de té ricos en catecoles no producen diarreas, debido a que las
grasas no absorbidas no sufren el proceso de emulsión.
El efecto del té verde sobre la termogénesis es el resultado de las actuaciones
conjuntas de la cafeína y de las catequinas que entran en su
composición, por interacción de ambos tipos de compuestos en el eje noradrenalina/AMPc.
Las catequinas presentes en el té verde, y en particular
EGCG prolongan la vida de la noradrenalina, mediante la inhibición de la
COMT (catecol orto-metil-transferasa) enzima encargada de la destrucción
de la noradrenalina dando como resultado el incremento de los niveles
de noradrenalina en el espacio sináptico, imprescindible para que se inicie,
tras interacción con los receptores beta3 del adipocito, el proceso de
termogénesis. La continuación de la termogénesis necesita de la presencia
en la célula grasa de niveles adecuados de AMPc, el cual se transforma en
5´-AMP por acción de la fosfodiesterasa, con la consiguiente pérdida de los
niveles de AMPc necesarios para la termogénesis. Como consecuencia,
cualquier compuesto que inhiba a la fosfodiesterasa dará lugar a un incremento
de la termogénesis, tal y como ocurre con la cafeína. Por tanto,
como consecuencia de esta suma de actuaciones de la cafeína y de las catequinas
presentes en el té verde, se produce un incremento de
la termogénesis . Dicho incremento, tal y como se desprende de un ensayo
clínico llevado a cabo con un extracto de té verde rico en catequinas
da lugar a un aumento en el gasto energético diario igual al 4%.
Dado que la termogénesis contribuye en un 8-10% al gasto energético
diario, los resultados obtenidos en este ensayo clínico indican que la administración
del citado extracto de té verde, produjo un incremento de la
termogénesis de un 35-40%, porcentaje que es comparable al obtenido
en otros ensayos en los que se administraron dosis muy elevadas de cafeína . A todo lo
anterior se une el hecho de que esta estimulación de la
termogénesis inducida por AR25 no se vio acompañada por un incremento
del ritmo cardiaco, ni de la presión arterial, debido a que las cantidades
de cafeína presentes en la dosis de extracto a administrar por día,
son similares a las que se pueden encontrar en una taza de té (150 mg).
Debido a estos mecanismos, se ha comprobado, que la administración
de preparados de té, normalizados en su contenido en catequinas, son capaces
contribuir a la reducción del peso corporal especialmente en lo que
se refiere a la grasa abdominal y subcutánea, reduciendo además los niveles
de triglicéridos plasmáticos.
Algunos ensayos clínicos, sugieren su eficacia moderada
en el tratamiento de la obesidad a través del incremento en el gasto energético
(termogénesis postprandial) y de la oxidación de grasas que se
traducen en una pérdida de peso corporal y de grasa. Por lo general se han
utilizado preparados (droga pulverizada, extractos o infusiones) cuyo contenido
en EGCG varía entre los 115 y los 323 mg/día, durante periodos de
aproximadamente 12 semanas.





INDICACIONES

La hoja de té y los extractos obtenidos a partir de la misma, pueden
ser utilizados por vía oral:
• Como coadyuvante en regímenes de adelgazamiento.
• En el tratamiento sintomático de diarreas ligeras y en astenias funcionales.
• Para favorecer la eliminación renal de agua.


POSOLOGÍA

Las dosis recomendadas en el caso de tratamiento de sobrepeso son
de 1.400 mg/día del extracto rico en catequinas, repartidos en dos tomas
(desayuno y almuerzo), durante un periodo de tres meses, preferente-
mente por la mañana y a mediodía para evitar que el efecto estimulante
de la cafeína pueda producir insomnio.


PRECAUCIONES

A pesar de su bajo contenido en cafeína, no es aconsejable su uso en
personas especialmente sensibles a las bases xánticas. Debido a su efecto
diurético es conveniente controlar las asociaciones de preparados de té
verde con otros fármacos tales como los digitálicos. Durante el tratamiento
de la obesidad es conveniente controlar la funcionalidad hepática pues la
movilización de las grasas puede provocar su acumulación en hígado.


INTERACCIONES
No descritas


TOXICIDAD Y EFECTOS SECUNDARIOS

De acuerdo con los ensayos realizados, los extractos de té verde ricos
en catequinas presentan una baja toxicidad, estando prácticamente exentos
de efectos secundarios.


CONSEJO FARMACÉUTICO

Los extractos de té ricos en catequinas (25%) se encuentran especialmente
recomendados en el tratamiento del sobrepeso, en aquellas personas
cuyo IMC se encuentre comprendido entre 25 y 29,9 kg/m2, siempre
y cuando no presenten especial sensibilidad hacia las bases xánticas. 
Precautoriamente, se desaconseja su ingestión antes de dormir.














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